«Cuando era niño mi tía Ana siempre nos llevaba a mis primos y a mí a la feria que se montaba en Valencia cada navidad. Se instalaba a principios de diciembre y solo entonces sabíamos que la navidad ya había llegado. De los quince días que teníamos de vacaciones en el colegio, ese era sin duda uno de los más especiales. Durante unas horas entrábamos en un mundo mágico y fascinante, alejado de la complejidad y consiguiente aburrimiento del mundo adulto, era un mundo que aparentemente podíamos controlar, en el que podíamos elegir, un mundo ficticio, aunque concreto, del que no queríamos salir.»

Ratón salvaje es una serie de retratos de los trabajadores de la feria de atracciones tradicional. Fotografías posadas de los vendedores de las entradas que dan acceso a las atracciones, metidos en sus casetas mirando frontalmente a la cámara. Es una catalogación de las atracciones y sus trabajadores. La principal idea que subyace en el trabajo es que tras un contexto de luz, color, fantasía y diversión hay una forma de vida precaria, sacrificada, dura y nómada. El título de la serie es dado por una de las atracciones.

Si la mirada inocente de un niño es incapaz de ver más allá del artefacto lumínico y sonoro que se despliega ante sí, la mirada del adulto, a través de la fotografía, no puede pasar por alto ese otro lado oscuro y salvaje, el de sus trabajadores, los feriantes, “outsiders” que se instalan en sus caravanas, durante un tiempo determinado, en el centro o en las afueras de una ciudad, para después marcharse a otra.

Aunque la feria ha sufrido la competencia de los grandes parques temáticos estilo “Disney”, en el sentido de tener que incrementar la espectacularización y tecnificación de las atracciones, ha conseguido sobrevivir gracias a un imaginario particular y propio, el de las tómbolas y la música infantil, la escopeta de feria y la noria, los coches de choque y los caballitos, los ponis… que mucho tiene que ver con la fascinación por lo anacrónico y lo retro, tan de moda en estos tiempos. Y es que la feria se esfuerza por mantener ese toque tradicional y “vintage” que no pueden ni quieren ofrecer los parques temáticos, más centrados en alcanzar la excelencia tecnológica y económica, estos son, de hecho, la versión moderna de la feria de atracciones.